El mundo propio de Tupak Amaru

El conjunto musical no sólo destaca por la pasión y entrega a la música, sino también por su particular estilo  de vida que gira en torno a la unidad que han logrado cultivar a través de las presentaciones.

En  la casa de Solano Jorquera  nada  está puesto al azar.  Cada rincón está lleno de detalles donde abundan las pinturas y las piezas antiguas. Sorprende por su decoración. Sin embargo, lo que más cautiva es  su historia familiar  ligada a la música. Hasta ahora esta actividad se ha convertido en la mejor  terapia y una herramienta clave para potenciar el cariño  entre sus integrantes.

En un corto tiempo se han hecho  un nombre   y que se simboliza en Tupak Amaru. PeriodicoLaCompania conoció su historia en su propio hogar y es digna de destacar. Simplemente conmovedora por la calidad humana de sus integrantes.

La agrupación musical está compuesta por por Solano Jorquera (padre) y sus hijos Ángelo Jorquera  (14) y   Amaru Jorquera  (10).

 El patriarca destaca que musicalmente comienzan el 04 de septiembre de 2013  en una peña en la Quinta de Recreo la Central, ubicada en calle Monjitas al llegar a Lautaro. Actualmente en ese lugar hay un restaurante.

Admite que si bien  le gusta mucho la música,  reconoce que no estaba en su itinerario  volver a tocar por lo que significaba la vida bohemia, “sin embargo,  mis hijos me fueron motivando y   fuimos probando”.

El estreno fue en un festival de la canción y la gente los fue reconociendo y terminaron por  convertirse  en  “Tupak  Amaru”.  Destaca con orgullo que esta experiencia los fortalece  y une como familia, “porque cada día nos queremos más”. Pero, en paralelo asegura que ha potenciado  la disciplina. “Para la música se necesita disciplina y a los niños les ha ayudado muchísimo tanto en respeto como  para su  autoestima, en querernos y cuidarnos”, remarca.

Con el nombre vivieron una anécdota.

En una oportunidad pasaron  por un boliche  y abundaban las rancheras. Cuando  les tocó el turno  a ellos programaron  la que les gustaba. “Un caballero se para y dijo ‘ah, estos son los Tupak Amaru”.

Sus comienzos fueron interpretando música de  Violeta Parra luego que el patriarca buscaba que sus  hijos aprendieran de la afamada artista nacional.  “Los jóvenes de ahora ven  aquella música como aburrida, pero las letras de sus canciones siempre  estarán presentes”.

TODO A PULSO

La sala de música que poseen en su propio hogar en La Compañía baja es todo un orgullo.

Se declaran músicos autodidactas que han  aprendido con el tiempo, “partimos sin  tener estudios con respecto a la música y probando distintos estilos”.

Actualmente cultivan  la canción popular, folclor latinoamericano, socio-político y también incursionan en el pop rock.

Asegura que en Las Compañías aún faltan espacios para tocar, “generalmente los eventos en que participamos son a beneficio y hacer música no es barato.  Hay costos que cubrir en los instrumentos y  otros gastos que se generan”.

En  todo caso cree que para que en este sector poblacional existan más espacios para distintos estilos musicales los artistas deberían organizarse y generar más instancias, sobre todo de financiamiento. “Siento que nos ha faltado asesoría para  grabar luego que resulta muy caro. Si bien confiamos en nuestra música no sabemos si se podrán vender o si los autores nos darán la autorización para grabar algunos temas y aunque se torna difícil nosotros soñamos que alguien nos descubrirá o nos ayudarán a financiar  la grabación”, remarca con una convicción que asombra.

LAS EXPECTATIVAS FUTURAS

Hasta ahora han incursionado en algunas creaciones propias,  aunque la gran apuesta está en su hijo Amaru al cual esperan que madure un poco más, “porque nuestra música siempre la creamos en conjunto”, enfatiza.

Por ejemplo, en medio de las protestas no más AFPs, Amaru, creó la percusión y su padre la letra, “a los niños se les hace bastante fácil ya que están familiarizados con la música”, explica.

Uno de los mayores orgullos es que poseen en su hogar su propia sala de música donde ensayan las veces que sea posible. “Una de nuestras ideas fue que cuando llegó el teclado, que nadie sabía tocar, lo pusimos en el pasillo y al pasar  tocábamos un poco a ver si aprendíamos. Creo que el trabajo en familia y la música fortalecieron la personalidad de nuestros hijos. También  hemos conocido a mucha gente”.

UNA SENTIDA PÉRDIDA

El sueño de solano es  convertirse en el futuro en un agente cultural en Las Compañías, “cuando veo a mi hijo Amaru cantar y que el público le aplaude es una sensación muy sentimental”.  No deja pasar  la oportunidad de rendirle un tributo y homenaje al hijo que falleció. “Cuando veo que Amaru canta la canción que hicimos para el funeral de nuestro hijo Francisco  es algo fuerte y emocionante”. No puede evitar emocionarse. Subraya que este tema le toca la fibra más íntima. “Nosotros después de tener esa pérdida no sabíamos si volveríamos a estar juntos. Fue un momento doloroso y pensamos que se nos iba a caer el mundo, pero alguien llegó a levantarlo  y siempre que me preguntan eso me quiebro por dentro”, confiesa.

Le gusta que la cultura se exprese y se difunda, pero explica que en algunos casos es prohibitiva. Aún recuerda cuando deseaba ir a ver junto a su familia a  Inti-Illimani y la entrada costaba siete mil pesos.  Simplemente no estaba a su alcance.  “Pero, a pesar de eso la gente  fue a verlos en gran  cantidad. Se trajo la cultura”.

Es por ello que estima que para generar mayor instancia para la música en Las Compañías creo que debería haber un trabajo desde la Delegación Municipal del sector, “que nos identifique como músicos”.

MIRANDO LA MONEDA

Angelo Jorquera coincide con su padre que tocar en familia significa una unión familiar fuerte, “la música nos apoya mucho emocionalmente. El estilo que tocamos me gusta por el contenido. La música de ahora es como el mismo patrón o ritmo. Pero, si  un día se pone a escuchar a Violeta  Parra en una canción te puede hablar de su novio que la dejó y en otra de su hijo que murió”. Actualmente toca teclado, bajo y percusión, “a futuro me gustaría llegar a algún escenario importante o estar en alguna banda como Illapu o Inti-llimani , también grabar un disco con música propia. Personalmente creo en tres años más lo podemos lograr, porque igual grabar un disco es difícil”.

Estudia en primero medio en el colegio Francisco  Coll donde es presidente del Consejo Consultivo de la OPD. No esconde que le gusta la política. “En la OPD mi función principal es representar a los demás (niños de Las Compañías), no mi opinión personal”.  De hecho, no descarta  en el futuro incursionar como concejal o diputado, “me gustaría cambiar las leyes para el pueblo. Creo que los niños de mi edad toman como un peso la política, cuando deberían enfrentarlo con más opinión y seriedad.   Me gustaría tener una vida política para llegar a ser por qué no Presidente de la República”, explica con convicción.

EN LA HUELLA DE VICTOR JARA

Amaru es un virtuoso en la batería y en diferentes instrumento, logrando siempre el reconocimiento del público.

Amaru Jorquera cursa cuarto básico y destaca que su materia favorita es la música y adelanta que en el futuro le  gustaría tocar más instrumentos. Por ahora  incursiona en percusión, bombo, platillo y  caja. “Me gustaría seguir tocando siempre con mi familia. Su canción favorita es el Rin del Angelito, porque me hace recordar  a mi hermano que falleció”. Pero, también  le gustaría interpretar una canción de Víctor Jara como la Casita de Barrio Alto. “Si sigo tocando me gustaría el mismo estilo, junto a mi familia”, expresa.

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