Roberto Miranda, un virtuoso de la pintura
En el inicio de la década de los 80′ el joven estudiante Roberto Miranda Godoy destacaba como uno de los alumnos más aventajado en Artes Plástica en la escuela Arturo Prat Chacón. Sus trabajos trascendieron no sólo al interior del colegio, sino que también en el sector de Las Compañías donde residía y rápidamente su capacidad trascendió, incluso, la ciudad.
En junio de 2018 en el hogar de los Miranda Godoy había desazón por la muerte de Roberto que se unía al deceso de su madre, uno de sus hermanos y luego el de su padre. Se le había declarado una rebelde leucemia que obligó a internarlo en el hospital de La Serena y luego derivarlo a Santiago.
Su partida igualmente provocó desazón entre quienes lo conocieron y de paso sepultó sus sueños de pintor al oleo que cultivó en su juventud y que fue premiado en reiteradas oportunidades.
Simplemente era brillante y pudo haber llegado lejos. Su familia estaba consciente de sus capacidades, pero resentía la falta de oportunidades. Héctor Miranda, uno de sus hermanos reconoce que, “ahora sabemos el valor que tenía Roberto, pero antes era difícil”.
Roberto integraba una familia numerosa y de artistas, sobre todo en el ámbito musical, donde dos hermanos incursionaban en diferentes grupos con excelentes resultados. Juan Miranda, “el conejo”, fue uno de ellos y el don venía de su padre, quien en una época también integró algunos conjuntos musicales. En las veladas familiares siempre había un espacio para la música y sacar a relucir las condiciones.

LUCES PROPIAS
En plena década de los 80’, Roberto Miranda brilló con luces propias y tuvo sus inicio en la escuela D-8 hoy Arturo Prat Chacón y se transformó en un orgullo para el colegio donde ganó varios concursos.
En su labor recibió un apoyo fundamental de la profesora de Artes Plástica, María Angélica Pizarro, quien lo alentaba a mejorar su técnica y a participar en los principales concursos que se desarrollaban en la zona.

Los resultados fueron auspiciosos, sin embargo, la precaria situación económica que vivía el país en la década de los 80’, no ayudaban mucho para acceder a mayor capacitación.
Las Compañías estaba lejos de ser el sector pujante y moderno que experimenta hoy y sus habitantes debían satisfacer sus necesidades básicas, sobre todo cuando las familias eran numerosas.
Pero, a pesar de estas dificultades, los resultados de Roberto eran sorprendentes y continuaron en el Liceo Gregorio Cordoves de la capital regional, donde cursó la enseñanza media y siguió deslumbrando.
Su camino parecía pavimentarse en el mundo de las artes y seguir una carrera nacional e internacional, pero debió resignarse y enfrentar el ámbito laboral y reconocer que en Chile y más en provincia pocos viven de la pintura.
Este fenómeno se acentuó luego que formó una familia y debía generar recursos, inclinándose por la gasfitería. La pintura y sus sueños parecían quedar en el segundo plano y debía esperar. “Sabía que tenía mucho talento, pero el trabajo era súper duro y sus manos igual estaban muy deterioradas. Igual en sus noches, él seguía pintando a un Baile Chino y pintaba a la virgen con todos sus detalles. Era un hobbie para él, pero siempre fue su sueño haber sido un gran pintor reconocido. Tenía sus ideas, fotos y cuadros para pintar y Dios dijo otra cosa. Fue un impacto, porque nunca pensé que él se nos iba ir tan pronto”, reconoció su hermano Héctor.
HASTA LOS ULTIMOS DÍAS
Hasta el último momento estaba esperanzado en retomar su carrera artística y cumplir su sueño de dedicarse a ella a tiempo completo.
Al momento de entrevistar a Héctor Miranda, nos comentó que uno de los últimos trabajos que realizó Roberto fue pintar la virgen en la capas para un Baile Religioso del sector de Las Compañías. Gracias a las redes sociales es que Andrea Jorquera se contactó con Periódico La Compañía y pudimos conocer un poco más sobre uno de los grandes legados materiales que dejó Roberto.
Andrea forma parte del Baile Religioso “Carmelo”, baile al cual Roberto les pintó la virgen en sus capas, prenda que es ocupado hasta el día de hoy. La pintura y los detalles están intactos. “Primero empezó con una plantilla que mi madre le pasó y llegó con el boceto pintado en género y era tal cual a la imagen real”, recuerda Andrea.
Andrea recuerda que cuando era pequeña Roberto iba a su hogar a realizar el trabajo, “siempre estuvo en la casa, porque realizaba los trabajos. Él se ponía con todas sus pinturas y pinceles en la mesa. Tenía mucho talento, era muy detallista, fue lo que más me impresionó de él”.
Actualmente existe dos capas que son ocupadas por el Baile Chino Carmelo que fueron pintadas por Roberto, una rosada la cual tiene más de 30 años y otra amarilla que fue uno de los últimos trabajos que realizó este virtuoso pintor antes de morir, “todos miran la capa y preguntan si es estampado”.
Además confeccionó escapularios, “realizó más de 20 pares escapularios, es un trabajo con mucho detalle. Actualmente tienen más de 30 años y aún lo usamos. Para mi es una obra de arte y también tiene un sentimiento bonito, porque estuvo muchos años realizando obras de artes, nosotros los cuidamos muchos al igual que las capas”, explicó Andrea.

Tras la muerte de Roberto Miranda Godoy, sus familiares están decididos a que las nuevas generaciones de Las Compañías conozcan las capacidades de este eximio pintor que dejó plasmado numerosos cuadros y trabajos y donde su talento afloraba por todas partes.
Proyecto financiado por el Ministerio Secretaría General de Gobierno y el Consejo Regional de Coquimbo
Felicitaciones al Periódico
La Compañia por Recordar en un Homenaje a grandes personajes, debLas Compañías.. Sobretodo a mi Hermano el Gran Pintor al Óleo, ROBERTO MIRANDA GODOY…