La perseverancia de Edita por transformar el folclor en su pasión
Para la oficina del Adulto Mayor de Las Compañías se ha transformado en un ejemplo para el resto de los integrantes de la tercera edad por el cariño que le tiene a la música chilena y que ha transmitido y enseñado.
La historia de Edita Bugueño (73) está plagada de esfuerzo y amor por la música chilena. Llegó a Las Compañías desde Antofagasta hace 17 años y de inmediato comenzó a mostrar sus dotes. Se involucró en un club de adulto mayor y se ligó a la Junta de Vecinos del sector. Actualmente pertenece al club Amigos de la Luz y Atardecer del Portal.
Justamente vive en la población Portal del Sol donde nos recibe con su guitarra, atuendo y una mesa llena de reconocimientos y fotografías. Incluso, la entrevista se intercaló con los temas musicales que más le gustan.
En la comodidad de su hogar repasa su vida y el interés por la música. “A mí el folclor me alegra el alma y el corazón. Siento que la música folclórica es lo más lindo de Chile y que llega al alma. Desde niñita me gustó y mientras pueda, siempre la voy interpretar”.
Su recorrido artístico y pasión por el folclor había comenzado en Combarbalá (localidad de la Isla) en su niñez donde residió hasta los 20 años.
Pero, confiesa, que nada fue fácil. Su padre no advertía con buenos ojos que su hija se involucrara en este ambiente. Sin embargo, su abuela, quien vivía en el pueblo de Quilitapia y también cantaba en veladas familiares, en las Fiestas Patrias y en las trillas, apoyó su pasión. Incluso, en algunas oportunidades, a escondidas, le enseñaba a tocar la guitarra. “Ella también aprendió a su manera, por oído. Pero, mi abuelita me incentivó, porque a mi papá no le gustaba y no quería que yo aprendiera, porque, en esos años, decía, que la mujer no debería tocar guitarra, solamente los varones”.
Tenía siete años y admite que ese episodio la marcó. “Pero, mi abuelita me llevaba a una pieza y ahí me pasaba su guitarra y me empezó a enseñar. Yo quería aprender a tocar”.
PRIMEROS FRUTOS
Sus esfuerzos tuvieron una recompensa. Su abuelita estaba feliz cuando ganó por primera vez un festival que se efectuó para el aniversario de Combarbalá donde interpretó ‘Cariño Malo’ de Palmenia Pizarro
Su carrera fue en ascenso. A los 15 obtuvo el primer lugar en el Festival de La Perla del Limarí que se efectuaba en Ovalle. A pesar de la resistencia inicial, al final su progenitor terminó por acepar que tenía talento. “Estaba contento y me dijo que si yo tenía este don debía aprenderlo bien, ‘disfrútalo y tócalo toda tú vida’, me dijo. Después me comenzó a apoyar, además que yo estaba más grande”. Incluso, paradójicamente, comenzó a cantar con ella y su hermana. “Me dijo que iba a cambiar y que me apoyaría en todo, incluso, después tocaba conmigo para los 18 de septiembre y en las ramadas, luego que él interpretaba la acordeón. Me sentí feliz cuando tuve el apoyo de mi padre”, rememora.
Pero, la oposición paterna por la música no fue lo único. También lo experimentó con los estudios. Aunque deseaba seguir aprendiendo, su progenitor dijo otra cosa. “A pesar que contaba con una beca, no me dejó estudiar. Los padres tenían otro pensamiento, no sé si era por egoísmo, pero no quería que me fuera lejos, sino que me quedara en la casa. Mi mamá no opinaba, porque, en esos años, las órdenes las daba el padre, era otra manera de pensar”, puntualiza con un dejo de resignación.
Con el tiempo resintió esa decisión. Siempre pensó que su padre debió dejarla continuar la enseñanza, “la beca la tuve en mis manos, pero no me dejó salir. Me gustaba estudiar música, pero al final aprendí a tocar por oído”, profundiza. No esconde que le hubiese encantado transformarse en una profesional de la música, “pero, al final, aprendí a mi manera”, subraya.

RUMBO AL NORTE
Cuando cumplió 20 años, su familia se traslada a vivir al norte y arriban al mineral El Salvador, pero en ningún caso abandona la música. Con el tiempo graba un casette con el grupo Cepaya integrado por 28 personas, donde ella, junto a otras compañeras, escribieron el tema “Pescadores de la ribera”, inspirado en el mar que ella sólo conoció en su juventud.
Posteriormente ancló en Antofagasta donde formó su propia familia, pero sin abandonar el folclore.
Una de sus hijas sacó sus dotes para la guitarra, pero no continuo adelante por privilegiar su carrera universitaria. “Después salió de la universidad y dejó de hacerlo, pero estuvo tocando un tiempo con amigas e integró algunos grupos folclóricos”.
Pero, sí su nieto de 16 años sacó su talento y toca guitarra, órgano y actualmente está aprendiendo violín.
TRASPASANDO EL DON
Una vez en Las Compañías no abandonó la música, “acá siempre he estado con los adultos mayores y cantando que es lo mío y lo que me gusta”, reitera.
Su especialidad es el folclor tradicional con las tonadas, cuecas, guarachas y vals, pero “también he bailado cueca, he participado en concursos llegando a obtener el segundo lugar”.
Incluso, en un momento organizó un grupo musical que se denominó El Portal del Sol y efectuó clases de guitarra y canto, “en el grupo que estuve enseñé a varias personas”, enfatiza.
Pero su permanencia se complicó por enfermedad de sus integrantes. “También tuve mi propio grupo musical que eran los Copihues del Portal que duró 8 años”. Dentro de sus referentes, asegura que Violeta Parra es la más importante. “Es única, incluso, en oportunidades me dicen que toco similar a ella, pero yo les digo que es difícil, porque ella es única”.
EJEMPLO DE OPTIMISMO
Yasna Contreras, encargada de la Oficina del Adulto Mayor de la Delegación de Las Compañías resalta que Edita Bugueño ha sido una fiel exponente del folclor chileno. “Con una disponibilidad de oro para estar siempre en los clubes de adultos mayores que ha sido invitada, participando en varios de nuestros festivales de adultos mayores”, enfatiza.
Contreras asegura que lo que más rescata es su alegría y motivación. “Siempre anda muy contenta, está presente en todos los eventos y con mucha energía para entregar. En este tiempo he logrado percibir que tiene elementos de resiliencia para salir adelante y ha sido una buena transmisora de eso y las cualidades las ha ido aprendiendo como autodidacta, pero su canto y baile lo ha tenido desde siempre. Desde las historias del norte con su hermana hasta el Valle de Choapa y ahora en Las Compañías, es un orgullo tenerla en nuestro sector”.

ESTIMA EN ALTO
Edita es una convencida que, a través de la música, se puedan mantener activo a los adultos mayores. “En mi caso tengo 73 años y aún amenizo fiestas y toco mis instrumentos. Siempre les digo a los adultos mayores que nunca hay que decaer, a pesar que con esta pandemia muchas personas han decaído, pero lo único que deseo es que todos los adultos mayores sean fuertes, salgan adelante y hay que darse ánimo para levantarse”.
Es por ello que, en medio del confinamiento, se las ha ingeniado para no abandonar la música. “Ensayo en mi casa y en algunas ocasiones interpreto algunas canciones a familias que nos vienen a visitar”, explica.
SUEÑOS EN EL HORIZONTE
Junto con el bienestar de su familia, sus metas y sueños también están ligadas a la música. “Sería lindo, y la ilusión mía, llegar a cantar en una radio o en televisión. No me han invitado nunca, a pesar que he participado en varios festivales”, reconoce.
Su esposo Gonzalo Cortés ha sido un apoyo clave en el desarrollo de Edita. De hecho, se conocieron en una actividad del 21 de mayo que se efectuó en la localidad de la Isla de Cogotí en Combarbalá. “Había una fiesta y fue con una hermana que también cantaba folclor y nos conocimos”, recuerda.
La acompaña en cada actividad y valora sus energías. “Siento orgullo y una satisfacción personal que ella tenga este don de cantar y tocar guitarra. Es una forma que tiene de ser feliz y alegrar a las familias”.
Lo mismo piensa su hijo, Rodrigo Cortés quien en medio de la entrevista se dio el tiempo para destacar su talento y admitió estar orgulloso de lo alcanzado hasta ahora por su madre. “Sólo orgullo, porque en cada lugar que vamos la invitan a cantar y mostrar su arte”, enfatiza.
