El sello Guarani que surgió en La Compañía Baja y se consagró en la zona

La agrupación musical la integraron preferentemente músicos que vivían  alrededor de la  Avenida Roberto Álvarez Zorrilla y que le dieron prestigio al sector. Cuarenta años después cuatro de ellos recuerdan el surgimiento de la orquesta y sus mayores logros.

La quinta de recreo La Central en calle Roberto Álvarez Zorrilla por décadas se convirtió en el epicentro musical y bailable para los habitantes de La Compañía Baja. Para las Fiestas Patrias en sus alrededores se organizaba una serie de ramadas que le dieron cabida a diferentes conjuntos musicales del sector. En  este ambiente emergió con fuerza, a principios de la década del  ’70, el grupo Guarani integrado,  principalmente, por músicos de este barrio y  que con talento y perseverancia llegaron a presentarse en  los  lugares más exclusivos de La Serena.

Para este reportaje periodístico, cuatro de sus integrantes, Waldo Arancibia, Guillermo Aguirre, Víctor Miranda y Alejandro Michea retornaron al presente la historia de la orquesta que marcó un estilo y un sello.

Waldo Arancibia actualmente tiene 71 años, pero posee los mejores recuerdos de sus inicios en la música. En su casa de  Roberto Álvarez  Zorrilla repasa sus primeras incursiones en conjuntos como Los Satánicos y su paso por Guarani. De hecho, el nombre surgió de una canción de Julio Iglesias y que grupos como Los Viking ‘ 5 transformó en cumbia. Precisamente el inicio de la entrevista partió con el punteo en guitarra de este tema. Recalca que arribó al grupo Guarani en 1976. “Al principio  fue muy difícil, porque no se accedía a los equipos que existen hoy. Pero, los grupos nos facilitaban los instrumentos. Eran muy buenas personas, por ejemplo Los Ases del Ritmo (Kumankú), Los Zenith y  los Diamond que integraban los hermanos Zambrano”, puntualiza.

Su vinculación con la música surgió desde pequeño. “Mi padre tenía un amigo que poseía una guitarra de caja, pero era alta y le pedí que le dijera que me la prestara y al final me la regaló y ahí empecé. Luego miraba a los otros grupos y uno se iba metiendo”, manifiesta.

Después de integrar Armonía con Manuel Barrios (fallecido) se propusieron conformar el grupo Guarani. “También lo integraba Víctor Miranda, Alejandro Michea y Guillermo Aguirre. Después me retiré por la pega y ellos siguieron ‘dándole huasca’”, apunta.

En el caso de Waldo Arancibia, uno de los primeros grupos que integró fue Los Bisagras Secas,  integrado, además, por Hugo Barrios, Eduardo Ardiles, Roberto Acosta y Juan Adones

Don Waldo confiesa que partieron  en la música en un sector completamente distinto al que existe hoy. “Estaba La Compañía Alta y Baja y en Nicaragua había una separación. También funcionaban las ramadas en Roberto Álvarez Zorrilla. Nosotros estábamos pequeños. Pero, me acuerdo de La Posada de don Enrique Fredes. La  Moderna del amigo Villalobos y otras de  don Alberto Pérez, Sara Pacheco  y Osvaldo Tabilo (La Compañiana), eran bastante bonita y buenas. Pero,  la ramada donde tocamos fue una que organizaron  donde  hoy está el Banco del Estado”, rememora.

Tiene un especial  reconocimiento  al grupo  Creencia, “, nos conocimos de la misma época y somos amigos hasta el día de hoy”,  recalca.

Igualmente identifica a Zenith como uno de los grupos con mayor proyección, “estaban bien equipados y le colocaban el pino a los ensayos y se dedicaban a la música”, subraya.

Por  más de 20 años don Waldo estuvo alejado  de la música  hasta que decidió conformar una nueva agrupación.  Se trata de Kompañía Tropical y explica que la conforman personas con el deseo de hacer música. “Con mi amigo Pepe Aquea, que integró Caudal, armamos el grupo. Nos  colocamos de acuerdo y él se compró una consola. Lo integran Gustavo Ramírez (cantante) y don Eduardo López que toca las tumbadoras. Por eso tenemos la experiencia de tocar”, profundiza.

TOCANDO TARROS

Alejandro Michea es nacido  y criado en Las Compañías y admite llevar la música en las venas, aunque reconoce que nadie en su familia tenía esta afición. “Mis hermanos son deportistas y futboleros, pero yo nací con esta técnica de la música y al principio jugaba en los tarros donde mi mamá lavaba la ropa y así empezamos. Pero, una presentación formal  en un baile público a los 15 años fue mi primera experiencia en la música”, relata.   Fue atraído por el  grupo Armonía que había creado un vecino. “Quedé fascinado, porque de tocar tarros a sentarme en una batería Yamaha fue espectacular. Uno queda alucinado.  Hacía música y estudiaba en el liceo de Hombres (Gregorio Cordovez), donde llegué  hasta segundo medio, pero  después saqué  el cuarto medio”, profundiza.

Al grupo Guaraní arribó a finales de la década de los ’70 cuando  oficiaba de director Víctor Miranda. Igualmente integraban la agrupación Manuel Barrios Bustamante (fallecido), Waldo Arancibia y Guillermo Aguirre. Posteriormente pasaron Humberto Romero, Alfonso y Douglas Arquero. “Todos éranos de La Compañía Baja, sector que no cambio por nada, no me saca nadie de acá. Roberto Álvarez Zorrilla era la calle principal y se hacían las ramadas.  Teníamos un correo y cuando chico nos pasaban un alto de cartas y las íbamos a repartir. Nos ganábamos 10 pesos por carta. Siempre se decía que esta era la calle de ‘los ricos’ porque acá estaba los negocios”, se explaya con emoción sentado en medio de su batería que mantiene en su domicilio.

En la casa de Alejandro  Michea aún se respira la música, donde conserva la batería

En el hotel Turismo de La Serena se presentaron por muchos años   y llegaron a transformarse en la orquesta estable como también en el Rincón Colonial. “Éramos músicos responsables y teníamos un buen director y  ordenado. Fue bonita esa experiencia y tocamos en varios locales, casamientos, banquetes. Trabajábamos en ese tiempo con don Héctor Moyano  del Pasar y Llevar”,  sostiene Michea.

El grupo musical duro varios años y  luego cada uno buscó nuevos horizontes en el ámbito laboral. En su caso se vinculó  con la minería, “nos fuimos abriendo hasta que finalizó el grupo. Cumplimos un ciclo, a pesar que trabajamos todos los fines de semana, pero eso nos empezó a cansar”, admite.

No obstante, en su caso siguió ligado a la música, “es que de esto uno no puede salir y ahora toco en un grupo que se llama Cumbia Alegre y nos ha ido bien”. Incursiona con un hijo del ex integrante de Guarani, Víctor Barrios.

Para Michea, entre los grupos que marcaron historia en Las Compañías estuvo  Zenith, “muy buen grupo,  Creencia, Caudal  que lo integraban los hermanos Villalobos y Los Ases del Ritmo que  posteriormente  se denominaron  Kumankú. Había perseverancia y buenos músicos”, recalca.

Su hijo Javier también es músico y su  hija mayor, María Alejandra  Michea profesora de música, “en la casa todo gira en torno a la música, sueños ya no puedo tener, la aspiración es seguir en esto hasta que  me ‘dé el cuero’ y con el grupo que estamos ahora, tenemos temas grabados, videos y eso es  como lo que más puede aspirar uno.  Antes era imposible, porque todo era caro como los instrumentos musicales”, advierte.

LA AFICCIÓN POR LA MÚSICA

 Guillermo Aguirre (68)  llegó a Guarani desde el grupo Armonía  a principios de 1971. Posteriormente la agrupación se disolvió, tuvo un paso por el grupo Zenith  hasta que  integró  Guarani. “Un  grupo de nuestro barrio en La Compañía Baja.  Yo hacía de primera voz y percusión, tumba y güiro. Los Zenith eran más completos, de mejor  calidad y tocaban más  música de los Wawanco que era todo el estilo comercial que se bailaba en la época”, enfatiza.

Fue contactado por Víctor Miranda actual  director de la agrupación folclórica Los Espuelinos, “éramos vecinos y él me trajo al grupo Guarani. Desde chico siempre me gustó cantar. Cuando  jugábamos a la pelota después tomábamos el acordeón y la guitarra y cantaba con los niños todo lo que era comercial para amenizar fiestas. Comencé a  los 23 años en las ramadas, sobre todo de Osvaldo Tabilo, fuimos próceres ahí con el grupo Zenith, Creencia  y Kumankú. Muy buenos recuerdos, estuve como 25 años integrando grupos musicales. Íbamos a los carnavales al Valle de Elqui. Con el grupo Guaraní llegué hasta  1987 cuando me retiré luego que me salió un trabajo para El Indio (mineral al interior  del Valle de Elqui) y no podía cantar. Tuve que renunciar y ellos siguieron un tiempo más”, se explaya.

Guilermo Aguirre ex vocalista del grupo Guarani

Aguirre añora el ambiente que se generaba en La Compañía Baja. “Lo más lindo era cuando veía las ramadas llenas y las familias participaban y bailaban. En un tiempo se organizaban ramadas en el Auco (calle Monjitas con Esmeralda) como el año ’74-75, todo eso es lo que marca mi vida artística. En mi caso vivía en calle Carlos Condell con Pedro  de Valdivia. Nosotros  nos juntábamos a ensayar en Juan José  Latorre con Pedro de Valdivia, ahí vivía Víctor Miranda. Éramos bien aplicaditos y muy buscados por un señor del centro que hacía banquetes, cocteles y matrimonio, íbamos al club social y  al  Francisco de Aguirre”.

De la música está retirado totalmente. “Los integrantes de los Zenith a veces se juntan y me han convidado. Pero es complicado por los tiempos”,  remarca.

Su visión es que el grupo Zenith, fue el que más  trascendió, “porque  pegó  mucho  la música de Los  Wawanco, fue como un boom en la población y Eduardo ‘chino’ Muñoz era el líder que cantaba todo lo tropical”.

Víctor Miranda (69) se inició en la música a los 16 años  integrando un grupo ranchero que  lideraba  el progenitor de los músicos del grupo Caudal de calle Nicaragua.

Su padre también hacía música y tenía un acordeón. Sin embargo, era muy estricto.   “Me arrancaba porque no me daba permiso y tocábamos rancheros con ellos y esos fueron mis inicios con el acordeón”.  Pero, eso es historia. Actualmente está dedicado de lleno al grupo folclórico  Los Espuelinos. Pero, su afición por el acordeón, llevó a que Waldo Arancibia del grupo  Guarani le hiciera una propuesta. “Nos costó iniciarnos, como todos los conjuntos. Empezamos de apoco, con cositas armadas, hechas a mano y arrendando. Acarreando cosas en carretones a los lugares que íbamos a tocar. Siempre tengo bonitos recuerdos del grupo Guaraní”.

En esta agrupación estuvo cerca de 30 años y admite que por ella pasaron diferentes integrantes. “Dentro de la gente que estuvo más tiempo me acuerdo mucho de Manuel Barrios (fallecido), Waldo Arancibia y el cantante de apellido Segovia. De esos tiempos tengo muy buenos recuerdos todavía”, refuerza.

En el acordeón se inició con René Acuña quien tocaba con  Osvaldo Tabilo, Pedro Contreras y Waldo Arancibia. “Me inicié   mirando a esa gente, tocando con grupos rancheros y después Waldo me dijo ‘si tú tocas acordeón, puedes aprender a tocar teclado’ y él tenía un piano de esos antiguos y me llevó a practicar y empecé a tocar con ellos cuando se estaba formando recién Guaraní, hasta que me fui afirmando”, detalla.

En el desarrollo de la carrera recibieron un fuerte impulso del maestro gastronómico, Hernán Moyano quien desarrollaba eventos en el centro de La Serena. “Él nos recomendó  que le  pusiéramos Guarani al grupo, como dice la cumbia que tocan Los Vinking’ 5 ”.  De hecho, admite que constantemente interpretaban temas de esta agrupación y Los Cumaná.

Miranda coincide que los grupos que marcaron una época en Las Compañías  estuvieron  Kumankú, Zenith y Creencia. “A nosotros nos gustaba mucho lo que hacía el grupo Zenith que interpretaba música de grupos argentinos y muy variada. También nos llamaba la atención las cumbias de los Wawancó…Vivíamos alrededor de la Quinta La Central, todo lo hacíamos ahí, ensayábamos en la casa de Waldo. Para el lado del llano de Las Compañías era muy poca la población que había y La Compañía Baja se extendía sólo hasta calle Monjitas  y  La Compañía Alta  empezaba por el lado de la población  Ascui”, rememora.

Para Guarani La ramada La Compañiana también se transformó en una oportunidad clave para los conjuntos. “Don Osvaldo siempre decía ‘quiero tener a niños de la casa y traer un grupo de Santiago o del centro de La Serena’, pero siempre se acordaba que primero tenía que apoyar a la gente que vivía cerca”,  remarca Miranda.

No descarta volver a reencontrarse con los ex integrantes de Guarani, aunque está consciente que cada uno integra  proyectos independientes.

“Los niños me han tratado de ubicar para ver si podíamos hacer música juntos, aunque como estoy ligado más al folclore y tengo otras actividades, me cuesta un poco retomar, pero podríamos reunirnos con alguno de los compañeros que todavía están tocando y tratar de armar un pequeño grupo Guaraní con lo que quede, con los hijos… por último para grabar  algunos temas antiguos que ahora está más fácil. Nuestro estilo era comercial y tocábamos de todo, cumbia, tango, vals, corridos y las cuecas. Eso fue lo que  a la gente le gustó.  Un lugar especial  fue la Quinta la Central, La Rivera y La  Cati, ubicada en Ecuador y Guatemala”,  profundiza.

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