Zenith: El conjunto que alcanzó la cúspide en Las Compañías
Teniendo a Eduardo Muñoz como uno de los cerebros, el grupo se transformó, a juicio de sus pares, en uno de los grupos más importantes en materia musical a principios de la década del ’70 en un sector que comenzaba a convertirse en una cuna de artistas y creadores. Hoy el “Chino” sigue brillando con luces propias con 60 años de carrera, pero sin cambiar su sello del profesionalismo y la excelencia.
Entre los músicos que integraron los principales grupos de Las Compañías de finales de los ’60, ’70, ’80 y parte de los ’90 y que fueron entrevistados por periódico La Compañía para este proyecto periodístico, coinciden que unas de las agrupaciones que marcó una época en el sector y en La Serena fue Zenith liderado por Eduardo ‘chino’ Muñoz.
La historia comenzó entre 1965 y 1966 cuando integraban el grupo Acuario con Daniel Villalobos, primera guitarra; René Tapia baterista y Alberto Contreras en el bajo. Posteriormente enfrentaron una renovación y dieron vida entre 1967, 1968 y 1969 al conjunto Los Géminis integrado por los hermanos Jofré, Daniel Villalobos, Juan Aranda, Alberto Contreras y Alberto Ramírez más conocido como El ‘Yaco monti’ chileno.
Su vinculación con la música fue a través de sus padres. “Mi madre tocaba la guitarra y por parte de mi padre tenía tíos músicos”, aunque tambiénestuvo en un conservatorio de música, pero se tuvo que retirar.
Muñoz nació en Ovalle, pero a los pocos años se trasladó a la Avenida Estadio en La Serena y luego con 7 años a Las Compañías. Vivían en Avenida Argentina entre Perú y Bolivia y luego comenzó su irrupción en la música en la población Ascuí. “Pasaba en esa población porque ahí tenía el centro de ensayo y pasábamos pendiente de la música, sobre todo en la Junta de Vecinos que existía allí ”, profundiza.
A principios de los ’70 partió un nuevo ciclo con Zenith integrado por Eduardo ‘chino’ Muñoz, primera guitarra, Juan Aranda, segunda guitarra; Alberto Contreras en el bajo, René Tapia en la batería; Jorge Spring en percusión y voces. La agrupación hizo furor entre 1973 y 1979. Incluso, por cinco años seguidos fue la orquesta estable del festival de la canción en Las Compañías que se efectuaba en la sede de la Junta de Vecinos Villa San Bartolomé. En medio de este boom y con el paso del tiempo también integraron el grupo Fernando Gajardo Chepillo, batería y voz; Jaime Munizaga, batería; Ricardo Iter (batería y voces, fallecido); Alberto Ramírez, (fallecido); José Collao, segunda guitarra; Guillermo Aguirre, vocalista; Ricardo Muñoz, teclado, Nelson González, batería y voces, además de Juan “conejo” Miranda.
Antes de que se consolidara Zenith, Muñoz ya venía madurando la idea de conformar un conjunto donde la excelencia y el profesionalismo fuese la piedra angular. “La idea era ser lo más profesional posible. En esos años competíamos con el grupo Uno”.
La agrupación mostró su talento durante años en la Ramada La Compañíana de Osvaldo Tabilo, con quienes eran compadres.
“Hay gente que no estaba ni ahí con La Pampilla de Coquimbo y mi compadre en una oportunidad metió 800 personas a la ramada. Después de nosotros comenzaron a llegar los grupos grandes y llevamos a los Creencia y eran como hijos de nosotros. Compraba una guitarra y después era de Felipe, lo mismo que los equipos”.
Con el grupo Zenith Juan Ricardo Tabilo, hijo de Osvaldo Tabilo, el patriarca de las ramadas en La Compañía Baja tuvo una fuerte vinculación. “ Zenith, inicialmente fue un trio liderado por el ‘Chino’ Muñoz, particularmente hacían una música como los ‘Wawanco’. Eran muy buenos músicos, tocaban tres y sonaban como seis. Al verlo me deslumbró, era muy versátil. Uno de los sueños después que falleció mi papá fue armar una ramada con los músicos que estuvieron en esa época y poder compartir con ellos”, puntualiza.
Con el tiempo se hizo un nombre en la música. Él mismo confiesa que para ello utilizó una máxima que practicó toda su vida: La excelencia. Es por ello que no fue una sorpresa cuando junto al grupo Zenith se transformó en la orquesta oficial del festival Las Compañías Canta en Verano. “Éramos el grupo más profesional en esos años de La Compañía Baja y la Alta y uno lo hace porque quiere la música. Además, nos tratábamos de perfeccionar. Sacar el tema del disco hasta que se le gastara la última rayita y eso nos perfeccionaba y nos hacía mejores”.
ALCANZANDO LA CIMA DEL ÉXITO
Sobre el nombre del grupo posee su propio recuerdo. “Vimos una radio vieja que tenía René y era marca Zenith, que quería decir la cúspide y un punto determinado en el espacio y donde todos querían llegar Un punto inalcanzable, pero la idea era llegar. En esos años no había mucha televisión y salían solo los discos y cassette, por lo que una persona que grababa era un profesional. Pero, hoy día no, cualquiera toca un tema”, complementa.
El profesional admite que Wawanco fue su escuela como grupo, “había que tocar guitarra. Los toquecitos que tenían, además de los instrumentos que utilizaban. Había un chileno, dos colombianos, un argentino y un venezolano. Tenían un estilo inconfundible y temas antiguos, fabulosos. Ningún conjunto de ahora toca esas cosas… Era muy difícil decir que esta canción de los Wawanco no me gusta ”.
Cuando partió el proyecto de Zenith la apuesta era grabar una producción , “y lo logramos, empecé a tocar guitarra a los 7 años, mi papá me enseñó y el año 2020 cumplí 67 y me celebraron los 60 años de músico. Uno tiene que creerse el cuento, sino se lo cree no saldrás a flote. Toco todos los instrumentos. Soy bajista, tecladista, guitarrista y cantante. Cuando grabamos nos colocaron las ‘cumbias salseras’, porque siempre tocábamos más salsa y escuchábamos los grupos peruanos, colombianos y nos amanecíamos escuchando con el baterista”.
ENFRENTANDO UNA NUEVA EPOCA
Posteriormente el grupo enfrenta un receso, aunque por separado cada uno de los integrantes recorrieron diferentes escenarios y en algunas oportunidades se reencontraban. Esto ocurrió en 1989 cuando decidieron iniciar una nueva fase en su historia con nuevas presentaciones y sus integrantes originales como Eduardo ‘chino Muñoz, René Tapia, Alberto Contreras, Alberto Acosta, Guillermo Aguirre Flores. Este reestreno coincidía con la existencia de mayores oportunidades para grabar. Es por ello que rápidamente Zenith con Eduardo Muñoz, Ricardo Muñoz, Alberto Contreras y René Tapia grabaron su primera producción. Se trataba de un casette de cumbias salseras bajo el sello Sol de América y Star Sound. Se cumplía una de las metas que se habían planteado en sus inicios.
Entre el ’70 y el ’80 fue considerada una década dorada del grupo. Sin embargo, como ocurrió con un gran porcentaje de los conjuntos, se comenzaron a disolver y a despotenciar. “En el grupo todos tenían sus profesiones, incluso, mi hermano, yo fui el único cabeza dura, pero era músico. Cuando grabamos el primer casette, los compañeros dijeron, ‘ya grabamos, para que más y marcamos una época, pero después tuve que seguir solo. Ahí fue cuando me junté con Lucho (Tirado) anduve en el circo. Estuve tocando en el Zafari como dos años con lucho, luego que Los Cumaná se habían disuelto. Toque en varias partes en Coquimbo y recorrí todo el norte, hasta Tacna”, recuerda
Confiesa que no fue fácil decidir el término del grupo. Lo grafica con una metáfora deportiva. “Esto es como Colo-Colo, donde no cualquier persona se ganará un puesto, a algunos les pesa la camiseta, no es que yo sea un gran personaje o un gran guitarrista. Toco lo que hay que tocar no más, pero lo tocó con sentido. Parto algo y lo terminó hasta el final, no me meto por el medio. Si empiezo una canción la termino, por muy incómoda o fea que sea. Si eres al lote quién dará un peso por ti, nadie. Yo busqué integrantes, pero me decían que aún les faltaba. De hecho, hoy día toco solo y con pistas”.
CONTINUANDO EN EL ARTE
En el nuevo milenio nuevamente los integrantes siguieron diferentes caminos, pero Eduardo Muñoz siguió en lo que considera es su verdadera pasión: La música.
Actualmente vive en la Región de Valparaíso y por temas laborales se desplaza entre Quillota y Limache donde está cargo del acompañamiento musical en un restaurante campestre.
Paralelamente integra La Sonora San Francisco de Limache y en esta zona ha consolidado su talento de solista y compositor. Fue así que escribió dos canciones con la temática de Limache y sus alrededores. Incluso, ‘El rincón de la luna’ estuvo postulando al festival del Huaso de Olmué.
Admite que se fue de Las Compañías por trabajo, aunque resalta que hoy si vive de la música. “Si el trabajo se hace bien, te llenas de pegas, es lo mismo quien construye casas, por lo que si entregas un buen trabajo te buscan. Eso es lo que me ha pasado”, reitera.
De hecho, la pandemia frenó un homenaje en grande que se le tenía preparado en la misma sede donde comenzó su historia musical en los ‘70. “Nunca buscaba el afán de figurar”, advierte.
El ‘Chino’ Eduardo Muñoz dice sentirse agradecido de Las Compañías. De hecho, desclasifica que en medio de la pandemia el 2020 estuvo ensayando en la misma sede vecinal que en los ’80 marcó su historia. “Siempre viajo a ver a mi familia y comparto con el baterista y el bajista y nos colocamos a ensayar y a recordar una época…. Soy músico, nací y me moriré dentro de un equipo de guitarra. ‘Allá viene el gitano con sus cajas’ me decía mi mamita”, rememora.
El tema mediático y de acceso a los medios como la radio y la TV, Pizarro lo analiza con distancia y un dejo de mea culpa. “Cuando lo pude hacer no lo hice y cuando tuve la oportunidad de hacerlo ya no me pescaban por la edad…Hoy día veo cabros tocando con mucha vitalidad y con instrumentos buenos, pero interpretan lo de ellos no más. Le piden un bolero y no saben. Lo mismo que una cueca o un vals. Un músico completo se le dice a una persona todo terreno. Lo que quiero decir es que hoy día el músico es cumbiero y sólo eso. O baladista, no salen de ahí, por eso me buscan a mí. Piden una cueca y la toco, un vals, ahí está. Voy a todas”, relata con orgullo.
En Quillota vivió en un centro turístico donde llegaban los principales grupos del país y se realizan las cumbres huachacas con dos mil personas en su interior, “y ahí me hice de instrumentos y tocaba con gente joven”. De ese tiempo cuenta una anécdota. Recuerda que vendió una guitarra a un joven que venía acompañado con su padre. Sin embargo, a los pocos días volvió para devolverla porque a su hijo ya no le gustaba ese instrumento. ¿La razón?. Es que no le sonaba como a Muñoz. El ‘chino’ volvió a tocarla y ambos se extrañaron. “’Maestro, a usted le suena impecable, pero a mí no’, me dijo. Le contesté, ‘me va a perdonar, pero a ti te vendí la guitarra, pero no los dedos’ (risas)’”.
No esconde que le hubiese gustado haber instalado un centro turístico o de baile en Las Compañías o en La Serena, sin embargo, recalca que no tiene recursos. “Siempre tuve ganas, pero fui pobre y sigo siendo pobre, pero mi riqueza no está en plata, sino que en lo que sé y la idea es enseñar, para no llevarme lo que sé. En el restaurante le estoy enseñando a cuatro niños en el teclado, pero sin lucro si nada. Me hubiese gustado haber estudiado música. Llegué hasta primero medio y como era el mayor de la familia tuve que ir a trabajar con mi padre y mis hermanos pudieron seguir estudiando. Somos siete hermanos. Mi padre era carpintero y albañil, hacía guitarras y violines, de por ahí viene la veta. Tocaba guitarra conmigo, ambos murieron”, puntualiza.
Aunque está consciente que con 68 años todavía tiene mucho que entregar, igualmente reconoce que las fuerzas ya no son las mismas. “Sé que estoy doblando en la esquina y llegando a lo último, pero quisiera terminar y que me recordaran y si me muero quiero que coloquen cumbias y que hagan sonar la guitarra distorsionadas. Todos me recuerdan en La Serena”.