La fructífera labor social y dirigencial de don Heriberto Rojas
Ancló en Las Compañías a principios de la década del ’70 y se integró al grupo de líderes que se agruparon para sacar adelante el sector que, a su juicio, en 50 años ha tenido un cambio radical y cuya labor el municipio destacó con la entrega de un reconocimiento.
Con orgullo don Heriberto Rojas recalca que su historia social y de lucha comenzó hace más de siete décadas. Había nacido en Alfalfares en mayo de 1927. A los 17 años trabajaba con los sacerdotes de San Agustín en La Serena. Su madre acababa de fallecer y era el menor de siete hermanos y partió a Santiago a la casa de un familiar materno. Un viejo pampino que fue parte del éxodo de chilenos tras la crisis del salitre. Los diálogos entre ambos fueron extensos y se empapó de la lucha que se había dado en el norte. Incluso, le habló sobre el dolor que provocó la matanza de San María. “Él también me contó que había sido discípulo de Emilio Recabarren en la Federación Obrera de Chile (Foch)”, relató en su casa de calle Valparaíso al llegar a Alemania.
Sin embargo, admite que él parecía vivir en otro ambiente y estaba encandilado con el trabajo de los religiosos. “Pero, un día le pregunté, ‘padre, porque hay tanta miseria en mi hogar’, el consuelo que me dio es que, ‘no importa hijo, porque los pobres son los que irán al reino de los cielos’. Entonces, yo dije, ‘esto está malo’ y tomé otro rumbo”, profundizo.
En 1949 trabajó en la planta Los Molles al interior de Ovalle y fue nombrado en el comité de trabajadores para defender las condiciones laborales. “En la cordillera no había guantes, ni ningún medio de seguridad, nos pilló una nevada tan grande y nosotros con una ‘chancletita’ trabajando en la planta. Presentamos un pliego de petición y a todo el comité nos bajaron y dejaron en Ovalle, a mí no se me dio nada, porque era soltero, pero me daba pena los compañeros que tenían hijos”, subrayó.
En 1951 retornó a la Provincia de Coquimbo y se casó comenzando a trabajar en la desecación de Las Vegas norte por el departamento de riego, “a pies descalzo y había que llevar herramientas propias para trabajar. Vivía en Punta de Teatinos en un rancho en un terreno de los hermanos Contreras y ahí nació mi primer hijo que hoy tiene 72 años y también presentamos un pliego de peticiones y otra vez el presidente para fuera”, relata.
En medio del desarrollo del plan Serena que impulsó el serenense, Gabriel González Videla, don Heriberto terminó viviendo en un modesto inmueble que el Mandatario desarrolló en la Población Juan XXIII del sector Antena y posteriormente terminó anclando en Las Compañías en 1974, lugar del que tenía sólo referencias. “Todos estos terrenos eran llanos y totalmente desprovistos (…) En el sube y baja (La Compañía Baja) arrendamos una casita y empecé a trabajar en el PEM (programa de empleo mínimo), la media empresa (risas) y para medio comer no más. A los niños los llevaba a un comedor de los curas para suplir la comida”, recordó.
TRABAJO EN EQUIPO
Su primera incursión dirigencial fue en la junta de vecinos 11 de septiembre y que con el tiempo se denominó Pablo Neruda, “de ahí empezó el embrión y la gente se dio cuenta que había que organizarse. Nos juntamos quienes habíamos tenido una trayectoria sindical-poblacional y comenzó el despertar. Nacieron varias juntas de vecinos alrededor de esta y llegué el Consejo Económico Social de la Municipalidad, un organismo no resolutivo, pero sí de propuestas y se escuchaba lo que nosotros planteábamos como falta de agua, luz y alcantarillado”.
Igualmente ocupó un papel clave al interior de la Junta de Adelanto y el Progreso de Las Compañías donde, a su juicio, el primer embrión fue apoyar la instalación de agua potable. “Y también se construyeron 800 casetas sanitarias. Este sector se fue poblando luego que se cerraron los campamentos de minas de fierro y mucha gente del campo comenzó a llegar a los sitios que se podía ocupar”, recordó.
Don Heriberto admite que Las Compañías se forjó a pulso. Destaca que su evolución quedó plasmada en un documental que se desarrolló con adultos mayores. “Ahí todos los entrevistados señalaron cómo era La Compañía. Por ejemplo, don Germán Tapia que falleció nos decía que aún quedaban resto de la fundición, donde fundía (metales) don Carlos Lambert, un inglés que se asentó por acá y que cumplió un papel muy importante en la Guerra del Pacífico y ayudó a financiar al Ejército. Además, se acuñaban monedas de oro y de plata”, enfatizó con pasión.
El dirigente social lamentó que con el tiempo la infraestructura se terminara por desmantelar. “Lamentablemente es lo que le paso a la fábrica Juan Soldado (cementera), que ocupaba 300 trabajadores, pero ahí se metió la política porque esta empresa le hacía competencia a Cemento Melón porque llevaba el cemento a todo el norte, era un cemento muy bueno, pero paralizó”, puntualizó.
Lamenta que un gran porcentaje de los pioneros del desarrollo de Las Compañías fallecieran, “pero acá está el fruto de ellos y el desvelo que tuvimos por salir de este subdesarrollo. En su momento planteamos que en el sector de Juan Soldado se creara en el Plan Regulador un área para empresa, porque esta era una población dormitorio. Aquí se duerme y vive y nada más, no hay industrias”.
No obstante, remarca que a pesar de la falencia industrial cree que Las Compañías ha tenido un progreso marcado, “sobre todo en la salud, donde hay muy buenos consultorios, colegios y tenemos pavimentado todo”.
Actualmente don Heriberto entrega su experiencia en la Asociación de Jubilados y Montepiadas de Las Compañías, “las puertas están abiertas para todos los adultos mayores, para que no se arrinconen en sus casas a masticar recuerdos”, manifiesta.
Toda esta experiencia de vida al servicio de quienes más lo necesitan es la que el municipio de La Serena, a través de la oficina del adulto mayor reconoció con la entrega de un presente en un acto en el frontis de la delegación de Las Compañías.