La chilena que conquistó el mundo gitano

En medio del esfuerzo que realiza el municipio de La Serena   y la Corporación Municipal por  habilitar  una pequeña sala de clases en el campamento  de Vicente Zorilla, emerge la historia de Nicol Casanga, quien a punta de esfuerzo logró  cautivar a esta agrupación.

Nicol Casanga (29)  es chilena  y parecía tener claridad  qué haría con su  vida. Sin embargo,  cambió radicalmente  cuando decidió casarse con el  gitano, Duyo Meléndez.  Lleva cuatro años de matrimonio  y viviendo en el campamento del puente Vicente Zorilla en Las Compañías y confiesa que nada fue fácil.

Ambos son cristianos y se conocieron en ese ambiente. “Siempre frecuentaba este lugar y empezamos a conocernos y a compartir y nos fuimos enamorando”,  plantea.

Sin embargo,  ahí comenzaron los problemas luego  ambas familias se  oponían a esta relación. “Fue un problema bastante grande, pero  cuando el amor es verdadero y persiste, uno tiene que luchar y con la ayuda de Dios nos casamos”, nos  explica sentada en el ingreso de  su carpa.


“Cuando el amor es verdadero y persiste, uno tiene que luchar ”, confiesa Nicol.

Se casaron el 2017 y tuvo como escenario la iglesia  Cristiana Pentecostal que la comunidad gitana posee en el campamento y en  paralelo por  la ley chilena del Registro Civil.

 A pesar  de las complicaciones iniciales, reconoce que  es inmensamente feliz. “Es un buen hombre y  trabajador”, enfatiza, quien se dedica  a confeccionar pailas y a recolectar cachureos. 

Admite que estando  dentro de la comunidad se  derriban  los mitos sobre esta población. “Hay muchos que  estigmatizan a los gitanos  y dicen que sólo sacan la suerte  y roban, pero uno tiene que darse el tiempo para conocerlo. Se darán cuenta que son buenas personas, incluso, mejor que los chilenos, a pesar que yo soy chilena”,  sintetiza.

 A TODA COSTA

Nicol reconoce  estar consciente  de lo complejo que era  iniciar esta relación amorosa . “Siempre nos decían que un chileno  no se podía  casar con  un gitano, además,  desde chico comienzan a meternos el miedo de los gitanos y que si nos portábamos mal nos llevarían con una gitana y  uno crece con  ese miedo”,  profundiza.

Pero, con el tiempo despejó  esos fantasma  y terminó por adaptarse a él y los familiares se resignaron. “Nos terminaron aceptando, me conquisté a mi suegra y ahora me quiere bastante. En principio le decía a sus familiares que no quería nada con migo y que buscaría arruinar el matrimonio, pero después me  empezó  a conocer bien y  he sido una buena yerna con ella y ahora me quieren como su hija ”, subraya.

Mientras desarrollamos la entrevista su suegra Erika Mota Nicolich  cuida en el interior de la carpa a una de sus hijas.   De entrada nos plantea los temores iniciales de la relación de su hijo con  una chilena.  Se los atribuía  a la ley gitana que prohibía la relación  con chileno y que ella considera triste. “Pero, ahora cada uno se puede casar con chileno o chilena. Al principio no la quería aceptar y tuve hasta depresión, pero ahora me di cuenta que (hijo) se buscó una mujer fiel , cristiana y que  apoya  a su marido en todo y la acepté. Dios me mandó dos varones, pero ahora me mandó a una hija”, puntualiza, al  tiempo que valora el esfuerzo que está realizando por enseñarle a leer  a los niños gitanos.  


La suegra  de Nicol, Erika Mota, no oculta que en principio  se resistió a la relación con su hijo, pero terminó  aceptándola y queriéndola.

EL PRIVILEGIO DE ENSEÑAR

Nicol estudió Asistente Jurídico, pero siente una pasión por la pedagogía. “No soy  profesora, pero estoy enseñando  lo que  aprendí”, recalca.

Actualmente tienen dos hijos (Génesis y Uriel)  y junto con adaptarse a la vida del campamento, viene trabajando en una labor docente que le apasiona. “Los gitanos  no van mucho al colegio. Incluso,  algunos adultos no saben leer ni escribir y vi toda esa situación y como para cambiar ese panorama, le estoy enseñando a leer y  escribir. Tienen muchas capacidades”, resalta.

 Dice estar entusiasmada y confía que el  objetivo es que si en el futuro los gitanos desean estudiar, cuenten con una mayor preparación.

La labor la desarrollaba en  algunas carpas, pero se hizo estrecho. Es por ello que en conjunto con la Municipalidad de La Serena, la Corporación Municipal Gabriel González Videla y coordinado por la Delegación de Las Compañías  impulsaron la habilitación  del templo como sala. “Los gitanos son personas  y  muchas veces son discriminados  y nuestra idea es que los niños puedan ir adquiriendo conocimientos para desarrollarse en otras labores dentro de su vida cotidiana”, sintetiza el alcalde de La Serena, Roberto Jacob Jure, quien desde el primer momento  ha  respaldado las acciones para esta agrupación.

El miércoles 9 de septiembre de 2020 se efectuó la primera clase. La iglesia-aula lucía impecable. La familia Guzmán, que tiene una fuerte vinculación con el sector Las Compañías, donó la alfombra para el inmueble  y el municipio serenense  y la Corporación se encargaron de los útiles y mobiliario. “Contenta por los niños porque les estaba haciendo clases en una  carpa y en  en el piso. A lo mejor para ellos era su costumbre, pero para aprender a leer y escribir  era incómodo, por eso estoy contenta que hayan traído las  mesitas y sillas luego que los niños podrán aprender mucho más cómodo… Los niños están súper entusiasmado en aprender”, destaca Nicol.


Nicol Casanga en su primer día de clases en la Iglesia-escuela que se habilitó en el campamento.

EL PRECIO DEL AMOR

Hugo Nicolich es el líder  del campamento gitano que  se ubica en el sector de Vicente Zorilla  en Las Compañías. Reconoce las complicaciones iniciales que  tuvo Nicol para insertarse en el entorno gitano e igualmente se las atribuye a la  rigidez de la  cultura gitana. “Pero, también la tradición más grande que puede haber es  el amor, donde no hay barreras, cultura  ni raza. A la hermana Nicol la estimamos  mucho porque se preocupa y esmera bastante por los niños y es una excelente persona”.

Nicolich cree que las diferencias parten por el desconocimiento de su entorno por parte de los chilenos y viceversa. “Se piensa que todos somos iguales, pero no es así. Somos gente trabajadora, aunque hay casos aislados que no cortaron   por el lado correcto y en un tiempo estuvimos un poco errados de los caminos del señor, pero  ahora volvimos a ser gente de bien y trabajadora”, se explaya.

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