La pasión por el fútbol y los camiones que llena la vida de don José Rojas
Hasta los 47 años mostró sus dotes de defensa central en diferentes equipos de Las Compañías y La Serena y se ganó el nombre de ‘Platacho’ por su forma de sacar el balón de cabeza a ras de piso. Hoy vive las secuelas de esa vida intensa con problemas a sus rodillas, pero que no le impiden desarrollar, aunque sea de copiloto, su otra gran pasión: los camiones.
Don José Armando Rojas Portilla (73) vive rodeado del cariño de su familia en su hogar de calle Alejandro Flores al llegar a México. Uno de sus hijos leyó en nuestro periódico una historia humana de un vecino del sector y nos escribió destacando que la vida de su padre igualmente sería digna de destacar y conocer por las nuevas generaciones. El reconocimiento llega en el momento justo. El 18 de junio de 2021 cumple 74 años y surge como un regalo simbólico.
Nació y se crio en Las Compañías. Su padre José Segundo Rojas y algunos hermanos viven en la misma cuadra. “Antes el sector era puro llano y llegaban las casas hasta pasado Ayacucho. En lo que hoy es la población El Libertador eran puros sembrados y en la bencinera en calle Nicaragua, vegas”, enfatiza.
En un momento su progenitor trabajaba en las fierreras que se ubicaban en el Desvío Norte y luego compró una casa en Alejandro Flores. “Al centro de La Serena íbamos por un puente de madera que se movía entero y era peligroso. Por los lados había puras vegas. Ahora todo está muy bonito”, rememora.
Durante su vida ha tenido dos pasiones: el fútbol y sus camiones. “Toda mi vida he vivido con la pelota, por eso ahora estoy dañado de las rodillas. La pasión mía era el fútbol. Desde chico me encantó la pelota y todo era este deporte”, confiesa.
Sus inicios estuvieron en el club Uno Sur donde la cancha central estaba en la actual plaza de la Villa San Bartolomé y jugaba de defensa central, “era como un estadio que había ahí y se amontonaba la gente. Era muy lindo antes”. Con orgullo muestra un set de fotografías donde aparece en las alineaciones con un fuerte parecido a Elías Figueroa, a quien admira profundamente. Sobre sus capacidades reacciona con modestia. “Me consideran bueno, sobre la media, me decían el ‘Platacho’, nadie me conoce por mi nombre. Surgió porque cuando jugaba me tiraba en palomita a ras de piso y me encantaba hacerlas en todos los partidos. Jugaba más con la cabeza que con los pies (risas), era muy difícil que me pasaran. Pasarme, era como sacarse la Polla Gol (antiguo sistema de apuesta)”, resalta.
Competitivamente jugó hasta los 47 años hasta que las rodillas no le acompañaron (en una de ellas tiene tres operaciones). Por su talento pudo haber llegado a las inferiores de Club Deportes La Serena, pero no fue a la presentación por falta de recursos. “No tenía ni para pasajes, a pesar que toda mi vida he trabajado, en lo que viniera”.
También jugó con éxito por el equipo de la ex fábrica de cervezas que se ubicaba en el centro de La Serena (CCU), mientras que en el Valle de Elqui le decían el negro José. “También por el tema de la pelota”.
FUTURO SOBRE RUEDA
A los 19 años compró un camión y comenzó a incursionar en un emprendimiento que mantiene hasta ahora. Se trató del primer camión arenero que llegaba a la zona. “No he parado. Mi vida son los fierros y el fútbol, aunque desde hace dos años que no puedo manejar camiones. Lo puedo hacer en autos chicos, pero no grandes. Por mi problema en las rótulas no puedo manejar camiones aunque ando al lado nervioso y molesto porque estaba acostumbrado a todo. Hay que seguir luchándola y no quedarse. En mi caso ando apenas con las piernas y todos los días a las 07:00 de la mañana y hasta las 18:00 horas”.
Su primer camión ya se transformó en chatarra. Tenía la particularidad que poseía el volante al lado derecho, “le decían el Apolo 11 y el diablo porque no encontraban al chofer y estaba al otro lado. Nadie más ha tenido ese camión, lo compré con facilidades hace más de 50 años y tenía una manivela. Era un camión del regimiento. (…) Estoy con toda la energía y lo único que me molesta es la rodilla y si no fuera por eso estaría jugando a la pelota. Todavía voy a las canchas a mirar y gritar y les digo, ‘se juega así’, yo era muy astuto. Jugaba libre atrás, y no dejaba jugar a los rivales, era inteligente. Se juega, con los pies, pero también con la cabeza. No basta pegarle fuerte, hay que saber jugar a la pelota”.

UNA PASIÓN QUE SE HEREDA
El club de su vida fue el Estrella Roja, “uno de mis favoritos, cuando no pude jugar más fui entrenador de Estrella Roja. Salimos campeones varias veces y les imponía mi manera de jugar”, subraya.
La mayoría de sus hijos salieron buenos para el fútbol. “Soy feliz, quiero a todos mis hijos y ellos están conmigo. Mi sueño es tener una camioneta último modelo, por eso la lucho y lucho. Además, tiene que ser automática porque no puedo manejar (…). Soy más conocido por la pelota y los camiones. El fútbol es mi vida”, insiste.
Don José igualmente disfruta de la música y el baile. “Me decían el rey del baile, pero ahora ya jodió el rey (risas). Ahora me hacen burla”.
CARIÑO FAMILIAR
Su nieto Alan Álvarez dice estar orgulloso de don José. De hecho, le dice papá porque lo crio. “Mi abuelo ha sido muy importante en mi vida, porque me ha enseñado todo lo que sé. De hecho, estoy en los camiones por él, por lo que es muy grato tenerlo con nosotros y es un orgulloso que sea reconocido por el tema de la pelota y los camiones”.
Su esposa Isnelia Alfaro igualmente destaca que todos en la familia admiten el orgullo que le provoca tener a una persona respetada en el barrio. “Se siente un orgulloso que todos lo conozcan y tantos años que estamos juntos. Fue muy fanático del fútbol y todos los hijos salieron igual que él, hasta los bisnietos y él le enseña a jugar”.
Su hija Marcela Rojas destaca que tiene el, “mejor papá del mundo, es un hombre luchador y apasionado en todo. Tiene 73 años, pero está con las ganas de seguir tirando para arriba. Estoy orgullosa de él porque advierto todo el esfuerzo que hace. A la edad que tiene está tirando más para arriba. Entre más viejito como que le ha ido mejor. Además, mi papá es muy humano y todo el mundo lo conoce y lo quiere. Es un hombre que se deja querer y eso me pone orgullosa porque me identifico con él, además que mi papá es todo”, resalta.

