Luis Cortés, una vida ligada a su almacén en La Compañía Baja

Por más de 45 años junto a su esposa Nora Vergara atendieron un negocio en calle Juan José Latorre el cual se convirtió en un verdadero museo y el cual actualmente es atendido por dos de sus hijas.

Cuando Periódico La Compañía visitó el emporio de don Luis en el 2014 se respiraba tradición. Los artefactos que poseía, como balanzas antiguas, así lo corroboraron. Actualmente su almacén es uno de los sobrevivientes y todo gracias al empuje de don Luis Cortés quien lo atendió por más de 45 años.

El local se transformó en un emblema en La Compañía­­ Baja, específicamente en calle Juan José Latorre, todo el mundo lo conoció. Cuando la clientela baja­ba, él decidía tomar el sol fuera de su negocio donde tenía todo tipo de productos.

Ese verdadero ritual fue destacado por especialistas de la cultura, quienes afirmaron que en calles como Juan José Latorre este estilo de vida aún se conserva. De hecho, al caminar por este lugar se puede advertir la cantidad de bancos que existen fuera de las viviendas donde a cierta hora del día sus moradores salen para toma el sol y conversar.

Además de la cantidad de años, el negocio de don Luis se hizo  popular porque fue parte de una colección fotográfica que la casa de la Cultura de Las Compañías confeccionó para hacerla rotar por diferentes lugares.

LLEGADA AL SECTOR

Don Luis nació en Canela de Mincha, en la provincia del Choapa. Tuvo un paso laboral en el boom de las salitreras en el norte del país, donde se desempeñó como chofer en Humberstone, “acarreaba caliche, después me fui a la oficina Pedro de Valdivia hasta que me cancelé allá y llegué a La Compañía, luego que mi familia la tenía en Illapel”, en ese entoncesadmitió que el trabajo era duro. 

Arribó a Las Compañías en 1952 cuando el sector eran sitios eriazos. “Pero, una vez que me vine llegue a La Compañía, luego me casé acá y aún estoy en este sector”. Admitió que su orgullo son sus seis hijos (tres hijos y tres mujeres) todos profesionales y la mayoría se quedó viviendo en el sector en diferentes poblaciones.

Era consciente que su negocio de barrio se transformó en una institución y que soportó estoicamente el arribo de los grandes supermercados. De hecho, en un lugar privilegiado tenía enmarcado un artículo de diario El Día donde se hablaba precisamente de la dura lucha que estaba haciendo para sobrevivir. “Pero, siempre me mantengo, ha habido tantos negocios y todos han quebrado, pero en mi caso con lo que gano ando bien”.

En esa oportunidad destacó que la receta había estado en la perseverancia, “desde hace 20 años todos los días me levanto a las 05:00 de la mañana para recibir el pan a las 06:00 y a esa hora abro hasta las 21 horas y eso ha sido todos los días”

Uno de los mayores impactos que tuvo que enfrentar dos Luis fue el deceso de su esposa, por un cáncer, con quien impulsó esta actividad económica. “Y yo me quedé con mis niños”.

Dos de sus hijas nos recibió en el actual negocio que lleva por nombre “Lucho Mono” y recordó con nostalgia el trabajo en conjunto que habían realizado sus padres. “La dueña del negocio era mi mamá y él era el vendedor de ellas y ahí juntitos, nunca se separaron. Se casaron y siguieron atendiendo el negocio y nunca tuvieron una separación”, confesó su hija Adela Cortés

TESTIMONIO DEL PASADO

Al ingresar a negocio de don Luis parecía que el tiempo se detenía. En su interior se podían encontrar balanzas antiguas, pero de alta precisión. De la misma forma, existían balanzas y vitrinas que demostraban lo antiguo del negocio.

En el sector todos reconocían que su emporio fue uno de los más tradicionales del lugar y que por décadas fue una solución para quienes requerían un alimento. Sus propios vecinos se sorprendían cómo, a pesar de la existencia de supermercados, lo fácil que a los pobladores les resultaba traer mercadería del centro de La Serena, aun su despacho se mantiene en pie.

Es por ello que es visto como un testimonio de cultura y forma de vida, lo mismo que la rutina que don Luis adoptó, sobre todo cuando se relacionaba con la comunidad sentado en un banco en el frontis de su negocio.

Era un fanático de la música ranchera y los Valls peruanos que en Tacna constató en vivo y en directo, aunque el viaje se transformó en una pesadilla.

Como nos relata su hija Adela Cortés el viaje a Perú fue de improviso y su padre estaba bien, “nos dio por ir a la Fiesta de La Tirana y después a Perú. Yo quise llevarlo porque le gustaba mucho la música peruana y le dije ‘vamos al Perú para que conozcas y quizás ahí vas a encontrar otros CD’ Cuando estábamos allá de un de repente nos dio por irnos”.

Al llegar a su hogar Luis Cortés presentaba serios problemas de salud, los cuales terminaron por quitarle la vida. “Creo que fue lo peor habernos ido para allá. De ahí mi papá llegó muy mal, una neumonía fulminante y de julio a febrero, él ya había fallecido”.

Su deceso repentino caló profundamente en su familia que aun siente su partida quienes aseguran ha sido muy difícil. “Todavía no hemos podido enfrentar la muerte de mi padre, él fue una persona muy acogedora, era el pilar fundamental de todos nosotros, que él se haya ido de esa manera tan repentina fue un gran dolor”.

AÚN EN LA MEMORIA

Después del fallecimiento de Luis Cortes, dos de sus hijas siguieron con la tradición de su almacén de barrio y se turnan para atender el emporio como un reconocimiento a su progenitor. En el funcionamiento se preocuparon de los mínimos detalles, como mantener la misma estructura y todo lo que le recuerde a su padre.

Su hija Adela asegura que cuando los clientes van al almacén y le dicen el negocio del ‘Lucho Mono’, “yo para nada me siento ofendida, al contrario, me siento orgullosa que aún recuerden el negocio de mi padre”. Aseguran que al mantener el negocio vivo y “que le digan ‘el negocio del Lucho Mono’, como le decían a él, con eso nosotras nos sentimos más que agradecidas, pensamos que teniendo el negocio abierto, él no a muerto, su memoria sigue viva”.

Los clientes que don Luis mantuvo por años son los más agradecidos que el almacén continúe atendiendo, así como la propia familia que destaca el cariño y reconocimiento que se ganó por su valor de humildad.

2 thoughts on “Luis Cortés, una vida ligada a su almacén en La Compañía Baja

  • Septiembre 4, 2020 at 5:17 pm
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    Yo tambien compre alli cuando visite La Serena- Chile y hable con don Lucho.
    Vivo en Oslo- Noruega mas 40 años…es decir en Europa.
    Alli compre cigarrillos y otras cosas.
    Llegaba a 4 casas del almacen y conoci parte de su familia.

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    • Septiembre 5, 2020 at 12:48 pm
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      Los felicito, por traer a nuestra memoria recuerdo de personas que fueron icono de la Compañía Baja, espero y agradezco que sigan buscando historias de mi lugar de niñez adolescencia y adultez.
      Les deseo el mayor de los éxito.

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