El recuerdo del señor de la voz inmortal
El locutor y animador Luis Manuel Rodríguez murió trágicamente en enero de 2012 cuando fue devorado por dos perros pitbull en el camino de acceso a la quebrada del Jardín. Su esposa recuerda sus cualidades y cómo se moldeando su pasión por la locución y los sueños inconclusos que quedaron.
El 16 de enero de 2012 el locutor Luis Manuel Rodríguez salió a trotar al sector El Llano como era su costumbre. Esta vez lo hizo sólo y no con su perra regalona. Con su esposa habían hecho planes para los días posteriores luego que comenzaba su periodo de vacaciones. Tenían pensado en viajar y dormir en carpa. Pasaban las horas y no llegaba a su hogar en calle Aconcagua. Eran las 14 : 00 horas de un lunes y le pide a su hijo que salga a buscarlo. El regreso fue dramático. Lo había encontrado muerto cerca de una animita y devorado por unos perros. Por su condición de hombre de las comunicaciones, la noticia se esparció rápidamente en la zona. Provocó desazón por la forma que había encontrado la muerte.
Desde ese momento la vida de su esposa ya no es la misma. “Cambió mi vida, ya no soy la misma, no me he podido recuperar”. Para ello se ha sumergido en su profesión de peluquera. Pero reconoce que lo hace por inercia. En todo caso ella habla, porque su hijo quien también es peluquero, nunca se ha referido al tema.. Luis Manuel de 26 años fue quien encontró a su padre del mismo nombre muerto en el camino de acceso a la quebrada del Jardín. Lo que vivió y experimentó es un verdadero enigma. Sólo está en su recuerdo.
Tuvieron tres hijos. Llevaban más de 32 años viviendo en Las Compañías y siempre salía a trotar. De hecho, en una entrevista que concedió a la prensa, admitió que sus deportes favoritos era correr. “Era una persona tan responsable que se levantaba a las 06: 00 de las madrugada para ingresar a las 08: 30 horas a su trabajo”.
Los últimos tres años fueron los que pasó mejores laboralmente. Se desempeñaba como chofer y administrativo en una empresa minera (Major Drilling Chile) donde se ganó el cariño de todos. “Siempre me decía que cuando estuviéramos viejitos ‘qué vamos a hacer’, no hables esas cosas le repetía yo y me insistía que, “cuando me muera, te dejaré forrada en monedas para asegurarte a ti y a los niños’”.
SU PASIÓN POR LA LOCUCIÓN
Pero, su esposa insiste que su pasión estaba en la radio, “la locución era su pasión, era todo”.
Recuerda que cuando laboraba en El Tololo luego de sus turnos de noche al día siguiente se dirigía directo a la Radio Riquelme en Coquimbo .
En la locución era multifacético. Como animador partió en el centro nocturno El Estribo, donde ella misma lo acompañaba, pese a que su madre le criticaba la iniciativa. Efectuó esa labor por 10 años, lo mismo que fue uno de los primeros maestro ceremonia en la histórica Ramada La Compañíana de Osvaldo Tabilo y Familia, que se efectuaba en la ex Cancha 1, donde hoy existe un Jardín Infantil. “Era un excelente hombre, de pocos amigos, compartía con su familia y cantaba muy lindo, además de tocar guitarra precioso”. Era parte de una familia de 16 hermanos.
Los últimos momentos que lo vio con vida aún lo atormentan. Como de costumbre ella estaba cortando el pelo a un cliente cuando él le dice que aprovecharía de salir a trotar para hacer tiempo, “como siempre se dirigió al mismo lugar y me preguntó por unas velas que siempre le llevaba a una animita que había en los alrededores. A través del trote el se relajaba porque estaba tan metido en su trabajo porque quería hacerlo lo mejor posible y eso lo logró”.
Cuando eran cerca de las 14: 00 horas le pide a uno de sus hijos que salga a buscarlo. Para ella había pasado demasiado tiempo. “Me recuerdo que fue con un amigo y también me comencé a preocupar por qué no llegaban. En un momento el amigo se para frente mío y se larga a llorar y me dice que su tío está muerto y yo caí”.
DRAMA EN SILENCIO
Por ahora, le preocupa el comportamiento de su hijo. Cree que aún no ha vivido el duelo, “lo vive para su interior, no llora para que yo no me preocupe. Pero, no puedo, en mi caso en cualquier parte lloro, por eso me están ayudando sicológicamente”.
A pesar que económicamente se había fortalecido con su último empleo, su esposa asegura que uno de los sueños era volver a la locución y la animación. Por su labor ya no le quedaba tiempo y la radiotelefonía había dado un giro a mayor cantidad de música y menos programas en vivo. “El dejó un legado y a pesar de que no está con nosotros, yo vivo para él”, subraya.
DIA DE GLORIA
Luis Manuel Rodríguez llevaba la locución y animación en las venas. Era su vida, aunque estaba consciente que los ingresos por esta actividad eran pocos y difícilmente podría vivir sólo de esta labor. Por eso recurría a otros oficios paralelos. Aún en el ambiente radial está la anécdota cuando a inicio de la década del ’90 debió reemplazar por algunos momentos a un joven Felipe Camiroaga en el escenario Monumental de La Pampilla de Coquimbo que recién comenzaba a incursionar en la animación. Incluso, la crítica de la época aseguró que Rodríguez por momentos simplemente opacó a Camiroaga, quien coincidentemente murió meses después que el locutor de Las Compañías en el accidente aéreo en la Isla de Juan Fernández. “Significó para mí una experiencia muy valiosa
IMAGINACIÓN INOCENTE
Aunque estuvo en Radio América y Portales, fue en Radio Riquelme de Coquimbo donde Luis Manuel Rodríguez, ex alumno del colegio Salesiano San Ramón brilló como locutor. Su animación era cálida y cercana a la comunidad. Incluso, se daba el lujo de inventar personajes. Por ejemplo, en una de las emisoras dio vida al personaje Américo. “Se trata de un bebe que me da dado muchas satisfacciones” destacó en una entrevista en 1999.



