“The Diamonds”: El diamante que brilló en el barrio estrella
A principios de la década del ’70 los hermanos Zambrano volcaron sus fuerzas de juventud y pasión por la música en la conformación del grupo The Diamonds. Incluso, llegaron a ser confundidos con el grupo Los Fénix que estaba en la elite de las orquestas del norte del país.
En la población Ascuí que en los ’50 se comenzaba a consolidar por el arribo de familias que llegaba de diferentes sectores de La Serena por el desarrollo del plan que llevaba adelante el Presidente Gabriel González Videla, se incubó un movimiento cultural que tenía sus mayores expresiones en la celebración de las Fiestas Patrias, de la primavera y los festivales de la canción en verano. En medio de este fenómeno surgieron una serie de grupos musicales que potenciaron estas manifestaciones y cuyo talento aún está en el recuerdo de sus pobladores.
Una de estos conjuntos fue The Diamonds integrado principalmente por los hermanos Zambrano que al poco tiempo lograron un notorio reconocimiento.
Lo integraba el periodista Nelsón, en la voz y segunda guitarra, Hernán, la batería; Juan (falleció) en el bajo y Herman en la primera guitarra.
Actualmente Nelson Zambrano tiene 76 años y recuerda con nostalgia ese exitoso periodo. Admite que el grupo partió por el apoyo de su hermano Herman, “él punteaba y toca muy bien la guitarra, incluso, en una oportunidad lo querían contratar para el grupo Los Fenix que tenían sus grabaciones, pero él nos decía, ‘por qué nosotros no podemos hacer un conjunto parecido cuando aquí todos tocamos bien’”, rememora.
De la teoría pasaron a la práctica. En 1970 conformaron la orquesta que estuvo activa hasta finales de los ’90. “Fue uno de los que más duró en el sector de Las Compañías. Se recorría el sector y se iba a todas las manifestaciones. Incluso, se viajaba a Coquimbo, El Salvador y Vallenar y donde nos solicitaban. Éramos muy disciplinados, tocábamos bien y toda clase de música, cumbia, que era lo que más se interpretaba antes, cueca, vals y bolero”, rememora.
Nelson igualmente admite que hicieron esfuerzos por crear sus propias letras. “Canciones que se inventaban entre los hermanos para tocarlas, además de interpretar temas de grupos grandes, nunca nos quedamos chicos como se dice vulgarmente. Nos pedían una cueca de los hermanos Campos y la tocábamos y a la gente le gustaba”, precisa.
Sin embargo, a pesar del éxito logrado, confiesa que con el tiempo las agrupacionesmusicales se van desgastando, “yo mismo, soy el mayor de mis hermanos y uno se va desgastando porque hay que tocar largas horas y eso después va cobrando la cuenta y al margen del cansancio, también había que trabajar. De la música casi nunca se ha vivido, era porque a uno le gustaba y por fomentar la música”.
Igualmente explica que los instrumentos los compraban con el dinero que le pagaban en las presentaciones, pero también se atrevieron a fabricarlo ellos mismos. “Mi hermano Juan que falleció, elaboró uno eléctrico. Consiguió las cuerdas en Santiago y las colocó”.
Nelson no esconde la nostalgia que le provoca recordar el pasado, pero admite que todo es parte de una exitosa historia que advierte difícil revivirla a través de un reencuentro. “Ya no está la misma energía y las personas para tocar, porque unos se enfermaron, otros fallecieron y algunos se fueron de la ciudad, por lo que no se pudo continuar, aunque había intenciones. Hace poco mi hermano Herman, deseaba formar nuevamente el grupo y yo le decía, ‘quien va a tocar’ a quién vamos a buscar cuando la juventud de ahora es diferente a la de antes”, sentencia.
En materia musical considera que estuvieron entre los mejores conjuntos de Las Compañías, “ nosotros siempre tuvimos una música especial, nos entrenábamos y hacíamos las cosas bien, ordenadas, no improvisadas, porque eso nunca resulta. El prototipo nuestro fue un conjunto de hermanos o de familia, luego que después ingresó un nieto y un primo. Nuestro grupo no era de exhibición, sino que para animar las celebraciones de fin de año, Fiestas Patrias o un casamiento. Estuvimos en las ramadas de La Compañía Baja y las que se hacían en la Villa San Bartolomé, ahí se tocó muchas veces, pero ahora nos quedamos sólo con los recuerdos de The Diamonds”.
EL SUEÑO INCONCLUSO
Tanto Nelson, Álvaro y Herman Zambrano Rojas reconocen que una de las tareas inconclusas fue no lograr grabar sus propias producciones. En todo caso coinciden que la mayor piedra de tope fue la falta de recursos. “Antes era difícil y había que tener buenos recursos económicos para poder grabar. Actualmente lo más fácil es grabar y hay estudios familiares en todos lados. Incluso, uno mismo se puede organizar en su casa y hacer un pequeño estudio y grabarse, tenemos gente conocida, pero antes no. No había dinero ni contactos, aunque el conjunto fuera bueno. Eran pocos los que grababan”, sintetiza Nelson.
Su hermano Herman también advierte que el sueño inconcluso fue no haber dejado un registro musical, “Me hubiese gustado grabar un disco o unos temas, porque quién me reconocerá que fui músico, nadie, porque no tengo nada. Teníamos unas canciones, pero era difícil, porque había que tener mucha plata para ir a Santiago, estadía y la casa donde íbamos a grabar cobraba como 500 mil pesos, pero a nosotros no dos daba el cuero para eso”,
EL SELLO DE LOS FÉNIX
Rápidamente el grupo marcó su sello, llegando, incluso, a ser confundido por Los Fénix que estaban consolidando una exitosa carrera en el norte del país. “Cuando nos presentábamos en El Salvador la gente no quería que nos viniéramos y hasta nos confundieron con los Fénix y nosotros le decíamos que éramos The Diamonds. El público se aglomeraba y nos advertía como los artistas más grandes de Chile, pero éramos de Las Compañías y Región de Coquimbo. Nos fue bien, aunque entrar a la radio no era fácil, no como ahora, la facilidad para los grupos musicales es mucha ”, enfatiza Nelson.
Su hermano Álvaro reconoce que Herman era muy admirador de esta agrupación nortina, “y le gustaba tocar todas esas canciones. Tenía habilidad porque ensayaba bastante”, puntualiza.
Herman igualmente recuerda que cuando tenían presentaciones en El Salvador, ”nos confundían con Los Fenix, casi interpretábamos todos sus temas. En realidad tocábamos de todo, el vals, tango, corrido, cueca, la gente pedía. Igualmente tocábamos temas de los Vikings 5 y Los Cumana”, manifiesta con orgullo.
Álvaro Zambrano Rojas es el menor del clan y por un periodo tocó batería, aunque posteriormente se perfeccionó en la guitarra. “Fue algo innato, en la casa me colocaba a practicar mientras mis hermanos tocaban. En un momento me contactan de la academia de Alán Gálvez para que fuera a estudiar música a Santiago, pero mis padres no me dejaron, porque me podría dedicar a la bohemia y no a estudiar. Decían que la música no era el futuro. Después estuve en un conjunto que participábamos con el grupo Creencia. Éramos los Creencia Junior (risas) donde cantaba Juan Pablo Solar que vive en la Villa Lambert. Cuando ellos descansaban seguíamos nosotros ”, enfatiza.
Actualmente Álvaro tiene 60 años y vive en la Villa El Parque. Remarca que el grupo se esforzó al máximo por marcar la diferencia. Si bien tenían su repertorio musical que interpretaban en los diferentes bailes, igualmente buscaron su propio estilo. “En ese tiempo los conjuntos se contrataban para animar fiestas y manejaban muchos estilos de música, no sólo cumbias”, subraya.
RAÍCES FAMILIARES
Asegura, que la veta musical viene de las raíces familiares, “a mi madre le gustaba mucho Violeta Parra y Víctor Jara, ella cantaba con mis tías, mientras que mi abuela paterna cantaba mucha música folclórica”.
Su hermano Herman complementa que su abuela Meche (madre de su padre) igualmente cultivaba el folclor, “antes le llamaban cantoras, igual que la Violeta Parra y cantaba en las ramadas a capela. Mi mamá fue la que nos compró una guitarra para que nosotros aprendiéramos y junto a mi padre nos enseñaron los primeros acordes. Todavía me acuerdo que mi madre me decía, ‘así se afina la guitarra’. Debo haber tenido unos ochos años, aunque en mi caso siempre he tenido el oído bueno”, subraya.
Álvaro asegura que si se mira en perspectiva, el surgimiento del grupo fue el resultado del gusto por la música. “ Donde nosotros vivíamos había un grupo deportivo que se llamaba Los Ascuí y en mi casa se hacían los malones en calle Estrella, cerca de calle Panamá. Hubo un movimiento musical muy bonito, porque se celebraba la fiesta de la primavera y los festivales en el verano en la junta de vecinos N 17 en calle Alejandro Flores y los grupos tenían que animar esas fiestas”, complementa.
La vigencia del grupo se extendió por una década. “El mercado alcanzaba para todo, por ejemplo, el grupo Kumankú hizo un esfuerzo por publicitar mucho su grupo y grabaron sus cassetes. Zenith también fue un buen grupo, porque el ‘Chino’ Muñoz es un muy buen músico. La particularidad es que ninguno leía música, sino que todo era por oídos, por lo que a veces la gente distinguía a los grupos por la calidad de la interpretación. Era como la competencia a quien le salía mejor la canción que estaba de moda.
Al final el conjunto lo terminó integrando sólo su hermano Herman y su primo Aquiles Rojas, aunque admite que antes de la muerte de su hermano Juan, “estaba la idea de reflotar el grupo y tocar en cosas menores, pero no empezamos nunca, porque había que hacerse un tiempo y como trabajaban era difícil. En un momento dijeron ‘ya, hasta aquí no más’, se venden los instrumentos y se reparten ”.
EL MOMENTO DE LA FAMA
Con 68 años Herman Zambrano está dedicado a los fletes, pero recuerda con nostalgia su pasado de músico. “Todavía me gusta la música, pero no la practico porque no tengo tiempo y no hay con quien juntarse. En ese tiempo era rentable tener un conjunto. Además, que a todo joven le gustaba mostrarse y hacerse famoso. Soñábamos con tener un grupo bueno, pero hay que admitir que en nuestros tiempos había mucha pobreza. Además que nosotros hacíamos los instrumentos. Para la batería comprábamos cuero, lo echábamos en lejía y con un hermano mueblista hacíamos los tambores y para que sonara bonito, había que calentarlas abajo y el cuero se estiraba y mi hermano que falleció le pegaba bastante a la electricidad y se hacían las capsulas para las guitarras con las bobinas de cobre fino… en ese tiempo nos daban ganas de hacer cosas”, reflexiona, 53 años después de los primeros pasos del grupo.
Por momentos, Herman se entusiasma con su relato y revive los momentos en que dentro del repertorio incluía temas de Leonardo Favio. “Mi fuerte era ese. Con esos temas yo me enamoré y me casé”, explica.
En su mente está lúcido el recuerdo de las actividades artísticas en el sector como la semana de Las Compañías, “donde éramos la orquesta oficial y cantaba el finado lucho y Homero. Estaba la Minerva Flores y había un conjunto Los Americanos, yo también toqué ahí con don Armando”, se explaya.
LA HERENCIA FAMILIAR
Álvaro confiesa que con su hijo del mismo nombre intentó ser diametralmente distinto a lo que actuó su familia con él en su juventud. Le allanó el camino en el ámbito musical. “Antes que naciera siempre dije que quería que tocara música y cuando mi esposa estaba embarazada le colocaba en casette melodías clásica y cuando nació le enseñaba canciones”.
Actualmente Álvaro Zambrano Donoso vive en Berlín, Alemania donde llegó como cantante de ópera. Desde pequeño mostró sus dotes para el canto y el piano y a los 7 años aprendió a tocar la batería. Estudió en la Escuela de Música Jorge Peña Hen y luego en el Instituto de Música UC. Hasta enero 2020 residía en Leipzig. “La perseverancia es lo que más cuenta en este trabajo, creo que es el 90% de todo, y el otro 10% es el talento”, destacaba en la prensa regional cuando en el verano de 2020 estuvo de visita en La Serena. “Siempre pensé que cuando tuviera un hijo, él podría dedicarse a esto, pero de manera profesional. Cuando cursaba Tercero Básico una profesora descubrió sus condiciones. Yo tenía un piano viejo y por eso él ya practicaba en la casa. Todo indicaba que iba en esa dirección», destacó con orgullo su padre.
Pese a estar tanto tiempo fuera de Chile su meta es cantar en nuestro país, La Serena y principalmente en Las Compañías. “ sobre todo, hacer un proyecto en Las Compañías y ahora es mucho más importante, porque hay un trasfondo social”.
Del grupo no hay registros fotográficos y los que existían Herman Zambrano los perdió en un incendio que consumió su casa. “Prácticamente no pensamos en el futuro, haber tenido fotos, tenía algunas, pero en un momento la casa sufrió un incendio y se quemó todo… Ahora con un celular uno saca una foto, pero antes había que tener fotógrafos.”.
Con el tiempo Herman se transformó en el último sobreviviente del grupo musical familiar junto a su primo Aquiles y que se extendió hasta la década de los ’80. No oculta que le gustaría volver a revivir el boom que alcanzaron en el pasado. “Pero, es difícil, una por la edad, porque uno ya no está para salir en la noche a tocar. Imagínese que en mi caso, años que no tocó y estoy más tieso que una canilla. Pero falta el incentivo de alguien que diga, hagamos un grupito y toquemos algo”.