Ex dirigente vecinal recorre la historia de las ruinas de Lambert y ex fábrica de cemento
En el mes del Patrimonio don Juan Alfaro, próximo a cumplir 95 años, rememora la importancia para Las Compañías de estos dos polos industriales que en su momento fueron claves en el desarrollo de la ciudad y del país.
Don Juan Alfaro recorre su vida en Las Compañías sentado en el antejardín de su vivienda en calle Aurora de Chile al llegar a Avenida Islón que construyó con sus manos a principios de la década del ’50 cuando tenía 20 años. En agosto de 2022 cumplirá 95 años, pero mantiene una memoria privilegiada.
En los momentos que la Municipalidad de La Serena destaca los lugares históricos en el mes del Patrimonio, este ex dirigente vecinal de la Población Ascuí recuerda la importancia que significó en su vida la ex fábrica de cemento Juan Soldado, ubicada a la salida norte de la ciudad y la ex fundición Lambert, que actualmente la autoridad municipal trabaja en el rescate de su historia.
Desde pequeño el padre de don Juan, Segismundo Alfaro le inculcó el trabajo junto a sus tres hermanos. Se explaya sobre su vida en Las Compañías y dice sorprenderse de la evolución que ha tenido. “En el sector no había nada, existía mucha hambruna, nos criamos en lo que hoy es Avenida Islón cerca del río Elqui en unas casas de la familia Floto (dueño de la cervecería), luego que mi padre trabajaba en esa fábrica y ahí nos dieron una vivienda donde vivir”.
Le impresiona la evolución que ha tenido Las Compañías, “estamos en el centro de La Serena, ha crecido mucho. Antiguamente había puro llano y en el sector donde vivimos actualmente eran terrenos donde se sembraba y pertenecían a don Manuel Ascuí”, recalca.
De hecho, por décadas a este lugar se le conoció como la población Ascuí y después quedó su hijo a cargo del espacio. A principios de la década del ’50, el ex presidente Gabriel González Videla fue clave en la obtención de su vivienda. “Él nos regaló estos terreno cuando fue Presidente luego que el gobierno los expropió. En Las Compañías había tres calles: Avenida Islón, Vicente Zorrilla y Lambert. En su momento teníamos retén en La Compañía Alta, además de una escuela”, sintetiza.
Sus mayores recuerdos laborales están ligados con su paso por la Fábrica de cemento de Juan Soldado y la CCU. Con orgullo recuerda que su inmueble fue levantando con cemento de esta industria y lo resalta con fuerza durante la entrevista, apuntando a la vivienda donde aún hay rastros de este producto con el cual, incluso, se desarrolló el Plan Serena.
Uno de sus hermanos (Ismael) igualmente trabajó en esta emblemática fábrica. “Entré a trabajar a Juan Soldado tirando pala y haciendo las excavaciones de las bases para la construcción de la fábrica. Estaban recién construyendo y después quedé trabajando de planta. Mi papá me dijo, ‘sabes, leer y escribir’, ahora a trabajar y a ganarte el pan’, así eran las cosas antes”, subraya.
En Juan Soldado se desempeñó durante 20 años, “después me convertí en ayudante de albañil. Fue uno de los mejores cementos y uno siente orgullo, porque el puente de Juan Soldado se construyó con ese cemento y aún está. Incluso, mi casa también la levanté con ese material y todavía está parada”, enfatiza.
No esconde que su labor en esta fábrica cambió su vida, “me abrió el camino, porque aprendí a pintar y a transformarme en albañil. Fue una escuela y aprendí la especialidad de reflectario. Después fui a reparar las calderas de la fábrica Ada (fábrica de morrón) ubicada en Avenida Islón con Nicaragua”, manifiesta.
Un pasado que don Juan igualmente recuerda con claridad es el área donde a finales del 1800 instaló su fundición el empresario industrial, Carlos Lambert en plena Avenida Islón. “Las conocí como ruinas, mi papá me contaba que traían el mineral en carretas y lo fundía acá. Había una chimenea de puro ladrillo de unos 50 metros, pero después la desarmaron. Existían unos socavones de puros ladrillos donde se fundía el material”, expresa.
ACTIVO DIRIGENTE
Don Juan, casado con Hilda Briceño y cuatro hijos, fue, asimismo, un activo dirigente vecinal. “Primero, fui presidente de un comité, se llamaba Cuatro Oriente y fuimos surgiendo con el tema de la luz y el agua. Luchaba por el regadío de estos árboles, a través del canal Callejas, desde donde sacábamos el agua para hacer el barro y construir las casas. La mía es de adobe y estucada con cemento y no tiene ninguna partidura (lo remarca con orgullo). Posteriormente Fui dirigente vecinal de la población cuatro años y comenzamos haciendo veladas y carros alegóricos para reunir fondos y construir las canalas para la bajada del agua”, rememora.